El (no tan) saludable futuro de la distopía (II)

miércoles, 4 de febrero de 2009

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He dejado para el final lo que considero el David de las distopías; la obra más completa tanto en ambientación como en profetismo y estilo, los fundamentos del género sublimados que nos lanzan a la cara un futuro (¿presente?) aterrador: 1984 (George Orwell). Se hace necesario repasar brevemente la biografía del amigo Orwell: luchador en la Guerra Civil española, comprometido con políticas de izquierdas, estuvo a punto de sucumbir a las purgas estalinistas por militar en un grupo enfrentado con el Líder y su control totalitario. A la vez fue espiado durante más de una década por los británicos por su compromiso con la izquierda. No recuerdo quien decía que si nadie te odia es que no estás haciendo las cosas bien: si esto es verdad, Orwell las estaba bordando. Todas estas vivencias de espionaje, denuncia de los que se salen del redil, propaganda falsaria y atropello de libertades tomaron forma de novela en 1984. Orwell retrata la vida en un mundo en constante guerra en el que disentir de la opinión del Gran Hermano, que vigila todos tus movimientos, es castigado con la muerte. Las proclamas continuas de “La Guerra es la Paz”, “La Libertad es la Esclavitud” y “La Ignorancia es la Fuerza” suenan muy familiares para el que haya seguido de cerca a nuestros bienamados líderes y sus operaciones mundiales para liberar al mundo y conseguir la paz. Respecto a lo de “El Gran Hermano te vigila”, a ver quien es el guapo que me niega las resonancias del cartelito del metro y las tiendas con circuitos cerrados de cámara en Gran Bretaña a los que me refería antes- dato: un paseo por el centro de Liverpool equivale a ser captado por unas 300 cámaras entre tráfico, seguridad, tiendas, cajeros… Estilísticamente cercano a los grandes de la narrativa eduardiana y victoriana (Melville, London, Dickens, Greene, Kipling, Conrad… casi nadie, unos principiantes estos chavalitos), Orwell traza un ambiente grisáceo y claustrofóbico, de tensión constante mediante una narrativa directa y cruda, sin ornatos. Presenta la crudeza de un mundo pobre en emociones, de caminos forzosos, de mentiras y manipulación histórica- referencia directa a las re-escrituras de la historia de Lenin, Stalin y compañía, eliminando elementos que no deseaban de los libros de historia y fotografías. De lectura obligatoria para encontrar los paralelismos entre la Eurasia de Orwell y nuestro frente occidental faro de ‘libertades’, promete hacer temblar las rodillas a los que ya hemos empezado a mirar de reojo a nuestros protectores.

Y aunque podríamos seguir durante páginas y páginas, es hora de cerrar el grifo para no extendernos demasiado. Y ya de paso voy a investigar que es ese objetivo que zumba como si hiciera zoom desde la esquina de la habitación…

Primera parte
Por: Antonio S. Capel

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