Desde hace algunos años se viene imponiendo una serie de nuevas tendencias tanto en las artes plásticas como en la Literatura que recoge todo su influjo de un misticismo exótico. Ese aire de neomodernidad puede verse sujeto a tendencias procedentes de las grandes ciudades del arte (Londres, Nueva York…), vientos traídos de las profundidades africanas, o estilismo pop surgido en el extremo Oriente.
Este último es el que hoy recogemos en LEM para analizar el continuo goteo de literatura japonesa dentro de los hábitos occidentales.
Quien más o menos esté al tanto de la actualidad literaria conoce sobradamente a Haruki Murakami. Seguramente casi nadie habrá leído nada de él, pero como “se lleva” la literatura exótica, pues la gente dirá tenerlo como escritor de cabecera. No obstante, ¿existe una calidad real dentro de la Literatura nipona?
La respuesta es sí.
De acuerdo, no debo hablar de este tema porque no he leído nada de ningún autor asiático, pero como el fin de esta entrada no es analizar la calidad, sino por dónde pasa la buena o mala salud de la Literatura oriental, sí me veo preparado para hacer este breve análisis.
Como ya se ha mencionado, la Literatura llegada de Japón está cada día más presente. Sólo hace falta echar un vistazo a las librerías o cualquier gran superficie para ver que al menos dos o tres autores están en los primeros puestos en listas de venta.
Sin que esto sea un baremo cuantificable para medir su calidad, al menos es significativo.
Pese a ser H. Murakami el mayor representante de la literatura japonesa (al menos el más exportado a Occidente actualmente), hay muchos otros autores del país del sol naciente que durante del s.XX ya han demostrado muchas cosas.
Uno de los primeros en abrir la senda fue Jasunari Kawabata, premio Nobel en 1968, estando El país de la nieve entre sus obras más destacadas. Kawabata perdió la vida suicidándose como otros muchos literatos japoneses.
En 1994 Kenzaboru Oe conseguía el Premio Nobel de Literatura y volvía a poner a Japón en el mapa cultural y literario dentro del mundo. Una vida marcada por un hijo que nació con minusvalía y su férrea convicción de la posibilidad de crear una Democracia Participativa fueron acicates para sus mejores obras: Un asunto personal y El grito silencioso.
Pero no sólo escritores (en masculino) ha sido capaz de exportar Japón. La escritora Banana Yoshimoto, hija del celebre filósofo Takaki Yoshimoto, ha conseguido con su obra debut Kitchen un éxito muy sorprendente.
En definitiva, parece claro que la literatura del extremo Oriente no es un fenómeno actual del cual se quieren apoderar los amantes de Lost in Traslation como toque "cool" de su nueva forma de ver el mundo. La Literatura japonesa a lo largo de su historia, y como no, del pasado reciente, ha sido rica en autores que han demostrado una valía más allá del punto exótico que peyorativamente le implicitan muchos.
Este último es el que hoy recogemos en LEM para analizar el continuo goteo de literatura japonesa dentro de los hábitos occidentales.
Quien más o menos esté al tanto de la actualidad literaria conoce sobradamente a Haruki Murakami. Seguramente casi nadie habrá leído nada de él, pero como “se lleva” la literatura exótica, pues la gente dirá tenerlo como escritor de cabecera. No obstante, ¿existe una calidad real dentro de la Literatura nipona?
La respuesta es sí.
De acuerdo, no debo hablar de este tema porque no he leído nada de ningún autor asiático, pero como el fin de esta entrada no es analizar la calidad, sino por dónde pasa la buena o mala salud de la Literatura oriental, sí me veo preparado para hacer este breve análisis.
Como ya se ha mencionado, la Literatura llegada de Japón está cada día más presente. Sólo hace falta echar un vistazo a las librerías o cualquier gran superficie para ver que al menos dos o tres autores están en los primeros puestos en listas de venta.
Sin que esto sea un baremo cuantificable para medir su calidad, al menos es significativo.
Pese a ser H. Murakami el mayor representante de la literatura japonesa (al menos el más exportado a Occidente actualmente), hay muchos otros autores del país del sol naciente que durante del s.XX ya han demostrado muchas cosas.
Uno de los primeros en abrir la senda fue Jasunari Kawabata, premio Nobel en 1968, estando El país de la nieve entre sus obras más destacadas. Kawabata perdió la vida suicidándose como otros muchos literatos japoneses.
En 1994 Kenzaboru Oe conseguía el Premio Nobel de Literatura y volvía a poner a Japón en el mapa cultural y literario dentro del mundo. Una vida marcada por un hijo que nació con minusvalía y su férrea convicción de la posibilidad de crear una Democracia Participativa fueron acicates para sus mejores obras: Un asunto personal y El grito silencioso.
Pero no sólo escritores (en masculino) ha sido capaz de exportar Japón. La escritora Banana Yoshimoto, hija del celebre filósofo Takaki Yoshimoto, ha conseguido con su obra debut Kitchen un éxito muy sorprendente.
En definitiva, parece claro que la literatura del extremo Oriente no es un fenómeno actual del cual se quieren apoderar los amantes de Lost in Traslation como toque "cool" de su nueva forma de ver el mundo. La Literatura japonesa a lo largo de su historia, y como no, del pasado reciente, ha sido rica en autores que han demostrado una valía más allá del punto exótico que peyorativamente le implicitan muchos.
* Artículo fuente: "Más allá del sushi" Diario La VERDAD
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