La risa es una característica propia de los seres humanos, natural, innata… Sin embargo, en la literatura, el humor no ha tenido un gran reconocimiento. Aquella literatura enmarcada en la tragedia, contextualizada en la aristocracia y en la cercanía al poder, sí se ha considerado de mayor altura que la comedia, irreverente y popular.
Jankélevitch apreció en un ensayo dedicado a la ironía que ésta “nos libra de nuestros terrores o nos priva de nuestras creencias”. La fuerza de la ironía se ha hecho notar a lo largo de la historia. De ahí la cicuta de Sócrates, o la larga nómina de asesinatos, cárceles y destierros. Hipocresía no es ironía, porque “la ironía es una mentira que se destruye al proferirse” dice Jankélevitch.
En la sección de humor de las grandes librerías son tan escasas como previsibles aquellas obras de escritores con cierta relevancia en el mundillo literario. La cuestión recae a la hora de calificar una obra como humorística. El humor es un subgénero literario considerado de segunda clase, de ahí que, calificar de obra humorística el libro de un autor de reconocido prestigio, y no considerado autor de géneros humorísticos, sea toda una odisea en la medida que se considera una descalificación.
Un periodista entrevistaba a Mario Vargas Llosa con motivo de la publicación de Pantaleón y las visitadoras. Vargas Llosa no dudó a la hora de responder a la pregunta del entrevistador de si este libro era una obra menor con respecto a sus otras publicaciones, “eso lo dice usted porque se ha reído mucho al leerla”. Desde esta perspectiva tan limitada, hablar de literatura humorística, haciendo referencia a consideradas grandes obras como el Quijote de Cervantes o al Ulises de Joyce destacando sus dotes irónicas, satíricas y paródicas constituye toda una provocación.
Jankélevitch apreció en un ensayo dedicado a la ironía que ésta “nos libra de nuestros terrores o nos priva de nuestras creencias”. La fuerza de la ironía se ha hecho notar a lo largo de la historia. De ahí la cicuta de Sócrates, o la larga nómina de asesinatos, cárceles y destierros. Hipocresía no es ironía, porque “la ironía es una mentira que se destruye al proferirse” dice Jankélevitch.
En la sección de humor de las grandes librerías son tan escasas como previsibles aquellas obras de escritores con cierta relevancia en el mundillo literario. La cuestión recae a la hora de calificar una obra como humorística. El humor es un subgénero literario considerado de segunda clase, de ahí que, calificar de obra humorística el libro de un autor de reconocido prestigio, y no considerado autor de géneros humorísticos, sea toda una odisea en la medida que se considera una descalificación.
Un periodista entrevistaba a Mario Vargas Llosa con motivo de la publicación de Pantaleón y las visitadoras. Vargas Llosa no dudó a la hora de responder a la pregunta del entrevistador de si este libro era una obra menor con respecto a sus otras publicaciones, “eso lo dice usted porque se ha reído mucho al leerla”. Desde esta perspectiva tan limitada, hablar de literatura humorística, haciendo referencia a consideradas grandes obras como el Quijote de Cervantes o al Ulises de Joyce destacando sus dotes irónicas, satíricas y paródicas constituye toda una provocación.
Por: Antonio Soriano
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo con usted, jaja.
Siempre h pnsado que es mucho más difícil hacer reir que llorar. La risa es el antídoto contra a melancolía y lo único que diferencia al hombre del animal.
Muy acertado el tema.
Un saludo
Ana C.
No hay más que leer/ver "El nombre de la Rosa"... La risa es el opio del pueblo...
Gran artículo, Antonio.
Un saludo.
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