A pesar de hallarnos hoy en una época abrumada por la presión del best-seller y el abandono de la Literatura clásica, nadie puede negar la calidad de grandes maestros como Rafael Alberti, Luis Cernuda o Federico García Lorca; tres miembros destacados de la llamada Generación del 27, la Edad de Plata de la Literatura española, época de las tertulias de intelectuales, las revistas literarias y la veneración a los autores del 98 (Machado, Juan Ramón Jiménez, Unamuno…). Una generación que surgió con el acto de homenaje a Góngora celebrado en el Ateneo de Sevilla en 1927, y que fue cruelmente arrancada al finalizar la Guerra Civil con el triunfo de Franco. Con la distancia que otorgan los años, hoy sus nombres se han elevado hasta la cumbre de los manuales de Literatura, alcanzando una lejana inmortalidad.
Carlos Morla Lynch (1885-1969) fue cónsul chileno en España durante la II República y la Guerra Civil, y en su casa madrileña celebró tertulias con todas las figuras destacadas de la época; desde políticos como Manuel Azaña, el Capitán Iglesias o el Conde de Romanones, pasando por pintores, músicos, escritores (Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda, Gabriela Mistral…); etc. De todos ellos, Federico García Lorca fue para él más que un amigo, casi un hermano, que acudía a su casa de forma espontánea y a cualquier hora.
En sus diarios íntimos, Carlos Morla relata con detalle la vida cotidiana de aquellos días, ofreciéndonos un interesante acercamiento a todas las personalidades del siglo XX que, hasta ahora, no veíamos más que como nombres dorados en un manual de Historia o Literatura. Con magistral capacidad para captar detalles y sensaciones, Morla nos describe la simpática ingenuidad de Altolaguirre, la energía y seguridad de Azaña, la melancolía y el complejo carácter de Cernuda… y, sobre todo, la vitalidad, el duende, la magia que desprende Federico. Su terror a la muerte, sus grandes dotes de orador, su habilidad para fascinar a todo el que lo conoce.
En España con Federico García Lorca reúne fragmentos de los diarios de Morla desde el final de la dictadura de Primo de Rivera hasta el comienzo de la Guerra Civil, cuando tiene noticia del brutal asesinato de García Lorca. Tras las ediciones censuradas de 1957 y 1958, llega por fin una edición definitiva en la editorial Renacimiento. Aconsejo fervientemente su lectura, pues es un recorrido por la historia española del s. XX.
Carlos Morla Lynch (1885-1969) fue cónsul chileno en España durante la II República y la Guerra Civil, y en su casa madrileña celebró tertulias con todas las figuras destacadas de la época; desde políticos como Manuel Azaña, el Capitán Iglesias o el Conde de Romanones, pasando por pintores, músicos, escritores (Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda, Gabriela Mistral…); etc. De todos ellos, Federico García Lorca fue para él más que un amigo, casi un hermano, que acudía a su casa de forma espontánea y a cualquier hora.
En sus diarios íntimos, Carlos Morla relata con detalle la vida cotidiana de aquellos días, ofreciéndonos un interesante acercamiento a todas las personalidades del siglo XX que, hasta ahora, no veíamos más que como nombres dorados en un manual de Historia o Literatura. Con magistral capacidad para captar detalles y sensaciones, Morla nos describe la simpática ingenuidad de Altolaguirre, la energía y seguridad de Azaña, la melancolía y el complejo carácter de Cernuda… y, sobre todo, la vitalidad, el duende, la magia que desprende Federico. Su terror a la muerte, sus grandes dotes de orador, su habilidad para fascinar a todo el que lo conoce.
En España con Federico García Lorca reúne fragmentos de los diarios de Morla desde el final de la dictadura de Primo de Rivera hasta el comienzo de la Guerra Civil, cuando tiene noticia del brutal asesinato de García Lorca. Tras las ediciones censuradas de 1957 y 1958, llega por fin una edición definitiva en la editorial Renacimiento. Aconsejo fervientemente su lectura, pues es un recorrido por la historia española del s. XX.
Por: Marina Casado
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